En muchas partes del mundo, minorías violentas y bien organizadas han logrado apropiarse del poder gracias a la indiferencia del grueso de la ciudadanía. He aquí una razón por la que es saludable que de vez en cuando fijen límites personas que no suelen dejarse conmover por asuntos políticos pero saben muy bien que a veces la pasividad puede posibilitar el suicidio colectivo.
El ruido de la calle, de James Neilson.
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