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Sarmiento se opuso a la Conquista del Desierto y denunció sus abusos, por más de que muchos historiadores prefieran decir lo contrario.
"Es peor política e inicua además, la que tiene por empresa el exterminio de los indios sin pretexto de la propia defensa. Son al fin seres humanos, y no hay derecho para negarles la existencia. No lo ha hecho nación ninguna hasta ahora con los salvajes (…). Los Estados Unidos dan territorios en propiedad a las tribus que expulsan de sus fronteras, a fin de asegurarles la existencia (...) esta persecución á outrance es además de impolítica y absurda, una flagrante violación de la Constitución, que dando al Congreso facultad para proveer de soldados y dinero a la seguridad de la frontera, lo hace en una sola oración conjuntamente con conservar el trato pacífico con los indios, y promover la conversión de ellos al catolicismo. (…) es puramente un acto salvaje, en violación a lo dispuesto por la Constitución, y el Derecho de Gentes en lo que no autoriza el desalojo total de las razas primitivas. No ha de escasear ni de hacerse esperar mucho tiempo el escarmiento, sino el castigo de política tan injustificada y arbitraria, pues el Presidente no puede disponer del ejército para fines opuestos a la Constitución (...) (…) es quimera ir a perseguirlos en sus últimas guaridas, porque no hay derecho, y porque es una crueldad desautorizada por la historia y peligrosa".
Como vemos, el padre del aula hizo hincapié en que los habitantes indígenas eran argentinos amparados por la Constitución Nacional vigente, que establecía como atribución del Congreso: "Proveer a la seguridad de las fronteras; conservar el trato pacífico con los indios, y promover la conversión de ellos al catolicismo" (artículo 67, inciso 15). Avellaneda y Roca no podían usar el ejército para fines opuestos a la Constitución.
Y aunque estos tuvieron sus motivos y debemos entenderlos en el contexto (se trataba de una verdadera guerra), Sarmiento se opuso a la Conquista del Desierto y denunció sus abusos, por más de que muchos historiadores prefieran decir lo contrario.
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