Le debemos a Don Domingo Faustino Sarmiento una idea fundacional: la educación pública, gratuita, laica y obligatoria. Esa simple idea sirvió para amalgamar a los criollos con los inmigrantes que llegaban provenientes de todo el mundo, hasta darle forma a un país extraordinario que, 100 años después, nosotros nos encargamos de hacer mierda.
Posiblemente mi generación fue la última que en los años ‘60 se educó bajo esa idea. Por entonces, éramos 20 millones de argentinos y un Estado que daba respuestas. Con escuelas públicas ejemplares, hospitales dignísimos, seguridad y justicia, bajos niveles de pobreza y una inmensa clase media. El país, aún con todos sus defectos, problemas, y escaso apego institucional, de alguna manera funcionaba.
Hoy somos 40 millones y no anda nada. Nosotros, yo mismo, mi generación, usó el país que nos legaron y lo rompió todo. Cuando digo mi generación, incluyo a los que tienen 20 años más y 20 años menos. Así nadie se hace el distraído.
Copiado de Doscientos años no es nada, de Alejandro Borensztein.
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