miércoles, abril 22, 2015

El liberalismo y el futuro de Argentina

Ese ¨establishment¨ que describo, simplemente odia la libertad de mercados, odia la libertad cambiaria, odia cualquier amago de baja de gasto público o de disminución del nivel de estatismo, caldo de cultivo vital para su subsistencia. Odia la libertad. Odia al liberalismo.
En esto se parecen a los empresarios de todo el mundo. Odian al liberalismo, que los condena filosóficamente a competir, que les impone la tiranía de vender con precios cercanos al costo marginal, que crea leyes antimonopólicas que le impiden eludir la ley de la oferta y la demanda.
Una paradoja que sólo puede explicarse por deficiencia neuronal y sináptica, hace que los sectores de menos recursos también odien al liberalismo, que suponen identificado con el establishment.
Ignoran que desde la noche de la historia el liberalismo fue el grito de rebelión y la bandera intelectual de las clases bajas.
Pero la habilidad de los depredadores ¨proveedores de empleo¨ ha denominado neoliberalismo a aquellos conceptos, para devaluarlos y quitarles su fuerza de reclamo histórico.
En ese marco, sostengo que el nuevo presidente no tiene que hacer un ajuste. Tiene que hacer un cambio total, un giro de timón, buscar un nuevo rumbo y señalarlo a la sociedad. Y ese cambio, sólo puede pasar por la libertad económica. Ese cambio sólo puede pasar por el liberalismo.
(...)
El nuevo presidente tiene que tener una visión y trasmitirla a la sociedad. E imponerla a fuerza de voluntad y valentía. No es una cuestión técnica. Es una cuestión de liderazgo. Cristina Kirchner demostró todo el daño que puede hacer un liderazgo negativo. Imaginemos el bien que puede hacer un liderazgo positivo.
Seguramente al emprender semejante epopeya, el flamante mandatario estará poniendo en juego su futuro. Ese es el destino de un líder.
No dudo de que muchos lectores creerán que este camino es una utopía o una locura. Bueno, habrán coincidido con el establishment. Pero cuidado, la comodidad intelectual y la mediocridad se parecen demasiado.
Y ambas son un paso a la esclavitud.
Copiado del artículo de Dardo Gasparre, El próximo Presidente no debe hacer un ajuste.

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