Más que un país, Argentina es el enigma de una nación que parece tenerlo todo para ser infinitamente próspera pero que se empeña en no serlo. Las noticias que nos llegan desde allí ya no son noticias, sino meras repeticiones, cada vez más insólitas, de los despropósitos de siempre: un vicepresidente enjuiciado por corrupción, un gobierno que crea una “Secretaría para la Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional”, un país que pasa de la ilusión populista a la recesión y el desencanto, un clan gobernante que se enriquece a una velocidad “vertiginosa para cualquier bípedo común y corriente”, para citar las palabras de Mario Vargas Llosa. Nada de esto es nuevo y requiere por ello de una explicación que vaya más allá de la contingencia y de los nombres de quienes hoy encarnan roles que son ya infaltables en el trágico melodrama argentino.
(...)Estas son, en pocas líneas, las grandes lacras de la Argentina. Por ello, quienes quieren romper con la triste continuidad de los caudillos, las clientelas y los ciclos populistas de ilusión y desencanto tienen ante sí un desafío de grandes proporciones: cambiar las bases culturales de una sociedad donde siempre terminan ganando los “chantas”, los “vivos”, los “cancheros”, los “madrugadores”, los “ventajeros”, los “cuenteros”, las patotas, la corrupción y los compadrazgos. No es tarea fácil, pero la esperanza es lo último que se pierde y yo quiero creer que un día triunfarán los zonzos y los giles, los que a pesar de todo siguen creyendo en la decencia y en aquellas virtudes cívicas que son las únicas que de manera duradera hacen grandes a los pueblos y ricas a las naciones.
El enigma argentino, por Mauricio Rojas,
director de la Academia Liberal Fundación para el Progreso.
director de la Academia Liberal Fundación para el Progreso.
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