Ojalá hayamos aprendido de esta década que tener el precio de la soja circunstancialmente alto no es sinónimo de riqueza sustentable, tanto como no lo fue el endeudamiento de los 90. Y no lo será tampoco el petróleo y el gas de Vaca Muerta.
Los dólares que entran en virtud del azar de la fortuna no constituyen riqueza. La riqueza está en la educación, el trabajo, en la tecnología, en los emprendedores que ponen en el mercado internacional productos, servicios y procesos innovadores, en el respeto a ley, en un Estado profesional y en dirigentes políticos que también cumplan con la ley y no mientan ni roben.
En Sólo queda convivir con la explosión, de Mario Rappoport.
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