En gral me gusta lo que escribe Tomás Abraham. No es este el caso. Salvo el primer párrafo, y el último (el que copio y pego a continuación) no me gustó el artículo. En cambio la ilustración que acompaña al artículo me parece muy, muy buena.
Por supuesto que la honestidad de la gestión socialista es una característica totalmente anormal en la sociedad argentina. Es un rasgo de "locura", hasta tal punto que parece una extravagancia. Nos gusta más que nos gobiernen personajes corruptos para poder así dormir en paz con nuestra propia corrupción bajo la almohada. La transparencia de la que da ejemplo Binner se vuelve un superyó demasiado exigente para una sociedad que se administra a sí misma con ilegalismos que ya se han transmitido metódicamente de padres a hijos.Artículo de Tomás Abraham en La Nación de hoy.
La denuncia a la corrupción no rinde -lo han mostrado las últimas elecciones-, no se ve en qué puede beneficiar a la sociedad un socialismo popular y federal que además es decente. Pero eso ya no sólo depende de Binner sino, fundamentalmente, de nosotros.
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