El verdadero origen de esta crisis está en las ideas neokeynesianas, apoyadas por premios Nobel como Krugman o Stiglitz, que son utilizadas por las poderosas agencias de planificación y manipulación que son los bancos centrales, ministerios y departamentos del tesoro de los principales gobiernos del mundo. La idea consiste en bajar las tasas de interés y aumentar el déficit fiscal cada vez que la economía se desacelera porque los consumidores intentan ajustar sus presupuestos. Los consumidores, superestimulados, vuelven a gastar y a endeudarse, y compran también activos reales o bursátiles, especulando que el aumento de sus precios los saque a flote de una manera casi milagrosa.Fuente: Crisis del Estado derrochador, artículo de Agustín Etchebarne en La Nación de hoy.
Los economistas aplican estas ideas intentando manipular la macroeconomía para evitar las recesiones, y sólo consiguen postergarlas. El costo de este mecanismo es producir enormes burbujas, impulsadas por las bajas tasas de interés; burbujas que inevitablemente estallan.
Así, salieron al rescate de México en 1994, Hong Kong y Tailandia en 1997, Rusia y Long Term Capital en 1998, Brasil en 1999, el Nasdaq en 2000. En cada caso, la respuesta monocorde de los bancos centrales fue insistir en la misma receta y bajar más las tasas de interés, hasta llegar al 0% en el caso de Estados Unidos. La excepción fue la Argentina. Por algún motivo, decidieron experimentar con nosotros en 2001 y, en lugar de ayudarnos, nos retiraron todo el apoyo en el peor momento y nuestro país se cayó como un piano.
En el resto del mundo, con tasas bajísimas, se generó una nueva burbuja, esta vez en los precios de los inmuebles de muchos países. Pocos años más tarde, al estallar esta nueva burbuja, la crisis se trasladó a los bancos y a todo el sistema financiero. El gobierno norteamericano pensó que no era posible mantener la línea de acción en la que venía y dejó caer a Lehman Bro.
Sin embargo, la caída fue tan estrepitosa que el gobierno se asustó y salvó al resto del sistema financiero. Cuando la economía no reaccionaba, decidieron emitir dinero para comprar bonos y otros activos "tóxicos" para inyectar dinero y optimismo. Dijeron que con esas medidas el desempleo no superaría el 8%. Pero llegó al 9%.
lunes, septiembre 05, 2011
Crisis del Estado derrochador
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