“Parte de la decadencia argentina tiene que ver con haber transformado a la Economía, que es una ciencia, en un chamuyo tercermundista. La Economía integra el Olimpo del Nobel como ciencia dura, junto a la Física, la Química y la Medicina. Después, premia a la Literatura y la Paz. Entonces, la Economía está mucho más cerca de las ciencias duras de lo que nos hicieron creer, que ese chamuyo de la justicia social y la redistribución del ingreso. Por eso, en parte, al país le va mal”.
Por despreciar a la disciplina como ciencia, dice, el país comete un pecado original: no se dedica a lo que debe. Recuerda que, en 1977, la academia sueca reconoció al modelo Heckscher-Ohlin. “Hay un Nobel a la Teoría del Comercio, que dice que es bueno para el conjunto (hay más ganadores que perdedores) si un país se dedica a hacer aquello para lo cual tiene ventajas comparativas. Bueno, la Argentina hace casi un siglo se dedica a la sustitución de importaciones. Ahí están los resultados: un país en decadencia, con alta pobreza, drogadicción e inseguridad. O sea, violamos un principio premiado por el Nobel y queremos que nos vaya bien”.
Entrevista a José Luis Espert en El Cronista.
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