Contra la idea de que los pueblos marchan hacia una sociedad de bienestar e igualdad, donde la inequidad se elimine y eso a su vez elimine la pobreza, no se puede luchar. Pero tampoco hace falta luchar: se derrota sola. El problema es que la ideología mezclada con la tozudez impide la reacción o la corrección del rumbo, con lo que se insiste en el martilleo argumental incesante de defensa de modelos retrógrados, en nombre de derechos que supuestamente tiene una parte de la sociedad sobre la otra parte. En ese lamentable déjà vu, los pueblos evolucionan hacia su decadencia y su mediocridad.
A su vez, tarde o temprano, el estatismo, el populismo, el progresismo, el solidarismo, el marxismo terminan siendo, finalmente, el mismo animal, siempre culminan en algún tipo de totalitarismo. Y definitivamente, siempre llevan a la pobreza, a la miseria y al atraso de las naciones.
En El peligro del realismo mágico en la economía, de Dardo Gasparre.
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