"Hace poco más de siglo y medio, Karl Marx hizo un brillante resumen de los primeros logros del capitalismo en el Manifiesto Comunista constatando que en menos de un siglo este sistema había “creado energías productivas mucho más grandiosas y colosales que todas las pasadas generaciones juntas”. Y eso no era más que el comienzo. En la época de Marx, más del 80% de la humanidad vivía en la pobreza extrema. Las vidas de la gran mayoría eran cortas, plagadas de enfermedades y lastradas por el analfabetismo, la desnutrición y la falta de libertad. Esa había sido siempre la normalidad de la existencia humana, pero hoy ya no es así. Por primera vez la mayoría de los seres humanos no vive en la pobreza ni es analfabeta ni está sometida a autócratas. Hoy no solo se viven vidas que en promedio son dos o tres veces más largas que hace un par de siglos, sino que las condiciones de vida han mejorado radicalmente incluso para los más pobres. ¿Cuál es el secreto de esta enorme fuerza creativa? Marx lo capto muy bien en el Manifiesto… al decir que el capitalismo “no puede existir sino a condición de revolucionar incesantemente los instrumentos de producción”. Por ello, “una revolución continua en la producción, una incesante conmoción de todas las condiciones sociales, una inquietud y un movimiento constantes distinguen la época burguesa de todas las anteriores”. Ahora bien, la clave de esta revolución permanente que caracteriza al capitalismo moderno, no es otro que la libertad. En este sistema somos libres para dedicar nuestro esfuerzo a aquello que consideremos más provechoso e intercambiamos nuestros productos y servicios de manera voluntaria."
En La maldición del Capitalismo, de Mauricio Rojas.
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