"Testigo es una buena palabra. En su Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico, Joan Corominas revela un origen digno. En asturiano, testigu era el nombre de cada uno de los tres pedazos de tejas que se colocaban debajo de los mojones que iban enterrados. Si una señal divisoria de propiedades resultaba dudosa, era removida en busca de los testigus. O sea que testigo, en su origen, es aquello que da fe de que existen los límites.En El Reino de lo Testimonial, en La Gaceta.
Pero en la familia de testigo también había parientes de mala calaña, capaces de falsificar mojones. Y Corominas encuentra, en las Leyes de Moros (siglos SIV y XV), las palabras derivadas que, precisamente, "toman a veces el sentido de 'falso testimonio'". El primero de esos vocablos es testimonial. Pero con una salvedad: en la historia de las palabras, los que levantan falso testimonio no son testimoniales, sino que son testimonieros.
Tucumán es el reino de los testimonieros sin límite."
sábado, mayo 25, 2013
Testigo es una buena palabra
Sobre hechos y palabras: un artículo de Alvaro Aurane
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