El discurso setentista de Kirchner había resucitado los sueños de quienes no triunfaron entonces y, además, generaba el entusiasmo de los jóvenes que poco o nada saben de aquellos años y la esterilidad de sus sacrificios. Como prueba de semejante confusión, flamean juntos el nombre de Perón y Cámpora, en unidad y armonía. Pero esa armonía sólo fue un capítulo interesante de la novela, no el último. Porque Perón destituyó y hundió a Héctor Cámpora más enojado que agradecido. Además, Perón murió transformado, con el deseo de conseguir la paz entre los argentinos, no la continuación de la guerra. Resucitar a Cámpora equivale a cuestionar el último Perón. ¿Cuántos tienen conciencia de ello?
Fragmento de un texto de
Marcos Aguinis en
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