Recuerdo que en 1972, cuando volvió a Buenos Aires por muy pocos días, me habló de los movimientos incesantes del lenguaje nacional: “Antes -dijo, mostrando un billete de mil pesos- a esto se lo llamaba «fragata» y ahora se le dice «luca»”. Le respondí que la constante devaluación del peso iba a librarnos pronto de esa desorientación lingüística, pero al leer en sus nuevos textos la expresión “diez guitas” advertí cuán alerta se mantenía ante esa lengua que era suya, la de su país y la de su obra.
De Cortázar y sus lecciones de Libertad,
en La Nación del 14 de Feb. de 2009.
en La Nación del 14 de Feb. de 2009.
-Usted que conoce bien Venezuela por haber pasado allí la primera etapa de su exilio, ¿cómo definiría a Chávez?
-Su caso sí representa lo más clásico del populismo latinoamericano, tiene un discurso antiimperialista muy marcado, una ilusión o utopía que es la reconstrucción de la Gran Colombia. Lo conocí cuando estaba preso y volví a verlo durante un lapso largo de tiempo cuando ya era presidente en 1999. Me parece un líder al que le queda muy chico el país. La oposición venezolana es muy pobre, tanto o más pobre que Chávez en lo relativo a capacidad de reacción. Cuando tiene una oportunidad de deshacerse de él, lanza una serie de medidas directamente fascistas que crean un inmediato desencanto en la propia sociedad venezolana. Yo creo que hay que dejar funcionar a la democracia, no dejarse llevar por la urgencia. Siempre sostuve que Perón venía desgastándose aceleradamente durante su segundo período y al interrumpir el desgaste se favoreció su renacimiento. La revolución del 55 fue un error de impaciencia. Perón estaba cayéndose solo. Solo, hubiera caído de modo definitivo; al acelerar su caída, se le permitió rehacerse. Con Chávez pasa algo similar.
-Chávez y Perón: ¿les encuentra puntos de contacto?
-La política de Chávez es la misma política distribucionista que existía durante el segundo período de Perón. Se basa en la riqueza petrolera, que es inmensa, para paliar dificultades inmediatas. Chávez no construye nada, está poniendo paños tibios en los sectores más desfavorecidos y dilapidando el inmenso caudal de dinero que llega. Tiene de hecho la figura de Perón muy presente. Y no hay que olvidar que es rescatado de la derrota por un movimiento mucho más subterráneo pero parecido al del 17 de octubre de 1945. Pero, para la democracia, lo peor es la impaciencia. Eso sólo hace que el populismo se afiance, que el autoritarismo prospere.
Ya Chávez había dado pasos rápidos en todas esas direcciones, al convocar a una asamblea que reformaría la Constitución, y al desafiar a los Estados Unidos anudando lazos con el Irak de Saddam Hussein y la Libia de Muammar Khadafy, además de enviar una carta de solidaridad al terrorista Illich Ramírez Sánchez, célebre por su apodo de guerra, El Chacal. Meses más tarde, vendió petróleo a Cuba en condiciones de privilegio, con lo cual acentuó hasta lo intolerable la desconfianza norteamericana.
También en el frente interno Chávez actuó con irresponsabilidad y omnipotencia. Nadie sabe con certeza dónde fueron a parar las torrenciales ganancias que se derramaron sobre Venezuela cuando el petróleo triplicó su precio. Las cifras sólo señalan que la economía del país casi no ha crecido en los últimos cuatro años. Desde 1998, el producto bruto interno ha subido sólo 6,3 por ciento, lo que, cotejado con el aumento de la población, indica que los venezolanos están peor que antes. La inflación prevista para este año supera el 35 por ciento y a la fuga desesperada de capitales hacia el exterior se suma un descomunal incremento de los intereses de la deuda pública. Setenta y cinco por ciento de los venezolanos siguen siendo pobres, y la tasa de desempleo era, hace un año, del 21,4 por ciento, sin que parezca haber disminuido. También la educación pasa por un mal momento: el analfabetismo supera el 9 por ciento, uno de los índices más altos del continente.
La naturaleza autoritaria del peronismo, como los anillos de Saturno, ya ha sido descubierta. Su origen corporativo se opone al sistema de representación republicano. Lo peor es que también lo debilita: el poder de emisarios, influyentes y familiares confunde la estructura del partido con la del Estado. Dado que el PJ tiene una sede, Kirchner no necesita organizar reuniones políticas en la residencia de Olivos -residencia oficial donde vive la presidenta que eligieron los argentinos para gobernar un país que es de todos los ciudadanos, no sólo de los justicialistas-; mucho menos debería instruir a los ministros como si de él fueran los atributos del mando. Lo hacía López Rega -también desde Olivos- y a la Argentina no le sienta bien ese mal ejemplo. Tampoco ayuda que se muestre con el secretario general de la CGT y que días más tarde el sindicato de Moyano atente contra la libertad de prensa al bloquear las plantas de impresión de Clarín y LA NACION, así como la playa de revistas.
CFK tiene por delante las tres cuartas partes de su mandato. Los años que le quedan no serán fáciles. La nacionalización del sistema privado de pensiones y el regreso del Ministerio de la Producción parecen actos desesperados para salvar al kirchnerismo en vísperas de elecciones peligrosas para su hegemonía. La memoria de los fracasos del pasado jugará sus cartas, y difícilmente lo hará para favorecer una sociedad conyugal. Ninguna voluntad de poder merece respeto si pone en riesgo la democracia, que cumple ya veinticinco años, porque detrás de ella hay cuarenta millones de seres humanos y un electorado que de buena fe eligió a una presidenta, sin añadiduras familiares.
De Los Kirchner, frente al pasado que vuelve,
en La Nación del 29 de Nov. de 2008.
en La Nación del 29 de Nov. de 2008.
Varios periódicos sacaron largas crónicas sobre TEM, inclusos algunos obituarios. Son los siguientes:
¡Hasta siempre, Tomás Eloy!, y Tomás Eloy Martínez en estas páginas; en La Gaceta de Tucumán, Argentina. (ver también notas relacionadas)
Tomás Eloy Martínez: Writer celebrated as a novelist who combined fiction and history and as a provocative journalist; de The Independent, del Reino Unido.
Tomás Eloy Martínez, Argentine Author Who Merged Fact With Fancy, Dies at 75, de The New York Times, de EE.UU.
El legado imborrable, en La Nación de Buenos Aires, Argentina. (ver también notas relacionadas)
La Pasión según Tomás Eloy Martínez, en Página12, de Buenos Aires, Argentina. (ver también notas relacionadas)
1934 - 2010 Tomás Eloy Martínez, en El Universal de México.
Fallece Tomás Eloy Martínez, en El País de Madrid, España.
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