Pero ahora, ante el default y la falta de crédito, la dirigencia política tenía que optar entre dos alternativas. Una, hacer la profunda reforma del Estado para bajar el gasto y mejorar su calidad. De esta forma se hubiera evitado la devaluación o, por lo menos, se hubiese reducido el impacto negativo que tendrá sobre la gente.Pero como la dirigencia política está decidida a preservar un aparato burocrático para sostener su negocio de la política, la única manera que queda de financiar ese gasto es con emisión monetaria. Por eso se abandona la convertibilidad, para que el Estado vuelva a emitir moneda para financiar, vía el impuesto inflacionario, los gastos que hacen al negocio de los políticos. La dirigencia política ha decidido trasladarle a la sociedad, vía la devaluación, el costo de mantener sus estructuras partidarias.
De Roberto Cachanosky. Artículo de 2002
cuando se estaba por salir de la convertibilidad.
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