“¿Para qué nos hicieron venir?”. Es el lamento de un “gobernador atragantado”.El interlocutor, otro sobreviviente, aunque sin territorio, lo comprende. Pero le reclama:“No me lo preguntes a mí. Preguntáselo a Parrilli, o a Zannini”.Ambos se identifican con el sentimiento tóxico de la inutilidad. Les cuesta asumir que fueron convocados para aplaudir en el Salón Blanco. Como complementos sustanciales de la escenografía televisiva.Pero ni siquiera pueden acercarse para saludar a La Doctora. Ella termina, agradece a “todos y todas”, entre los cánticos de los fervorosos que “bancan el proyecto, nacional y popular”. Sin embargo se forma un cordón de seguridad mientras La Doctora se esfuma. Finaliza la cadena. Los medios vuelven a sus programaciones habituales. Forreados, los gobernadores vuelven hacia la habitualidad de sus provincias.
Copiado del artículo Peronismo: de la insolencia a la postración, de Jorge Asís.
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