La nota de este lunes del corresponsal de El Observador en Buenos Aires, Fernando Gutiérrez, avanza todavía más en el mismo sentido. El exministro de Duhalde y Néstor contaría con la simpatía del mítico “círculo rojo”, mortificado por el cambio de reglas de juego (¿incluido el sistema de coimas?) que considera una traición. Su discurso cut&paste del pasado sirve para avalar que el problema no son sólo los políticos, sino que es el modelo completo del fascismo peronista el que sigue rigiendo la vida del país, con anuencia de las mayorías y bendición papal.
Si se afianzara la candidatura unificada de Lavagna, se podría dar otra paradoja. Que el sistema financiero internacional se tranquilizase con relación al próximo gobierno, que ya no sería el de la perseguida abogada honoris causa, y entonces el riesgo país bajase mágicamente y las expectativas se invirtieran y en los meses finales de la carrera electoral se rompiese el círculo vicioso de las Leliq y apareciesen brotes verdes que resucitasen la esperanza macrista. Aún si tal fuera el caso, eso no mejoraría demasiado las chances de reelección, y si bien aliviaría transitoriamente algún aspecto financiero, alejaría por muchos años la posibilidad de cambiar ese modelo pernicioso que rige al país desde 1930.
Copiado deLa agonía de Mauricio Macri
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