Se cuentan de Jorge Luis Borges las salidas más ingeniosas. De todas me encanta ésta que presenció y contaba Mario Benedetti.
Estaban con Borges en una editorial esperando impacientes a un gerente, que llega después de gran tardanza. El tipo justificando cuenta entonces que le había sucedido un hecho extraordinario. Había soñado con una antigua ex novia muy querida. El sueño era de lo más turbador: la imagen de la muchacha, decía, “giraba dentro de lo que parecía un túnel, mientras con la mano derecha saludaba como despidiéndose una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez.”. Al levantarse mientras desayunaba suena el teléfono y le comunican que esa persona había muerto esa misma noche en un accidente. .-¿Entienden? , les dice -Durante toda la noche, mientras iba en busca de su muerte, mi novia se despidió de mí una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, saludándome con la mano…”
Quedan los tres en un silencio que rompe Borges con su inmutabilidad de siempre:
“Qué atenta, ¿no?”
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