Argentina parece ser un país hecho de titulares y portadas. Cada mañana uno nuevo se instala pero después de 24 horas pasa hasta regresar en cualquier momento como novedad impensada.
Así, los linchamientos parecen que fueron hace años, la devaluación otro tanto, los tomates brasileños se reemplazaron por la yerba Amanda y los precios cuidados, y la zanahoria que desvela ahora, será desplazada en breve por peras o manzanas… Todo pasa. En ese sentido, el gobierno ha hecho empatía con Julio Grondona, el demócrata de la pelota.
De la misma forma, así como ayer, en familia, establecimos cómo entrar a casa después del trabajo para zafar de una entradera, hoy vemos cómo hacemos si acaso nos llaman a media noche para decirnos que a alguno de los nuestros lo tienen secuestrado…
Esa parece ser nuestra función como ciudadanos: pagar impuestos por servicios que no tenemos, y convertirnos en policías, maestros o jueces porque el Estado, el Estado ha sido víctima también de un secuestro – pero no virtual -, hace más de diez años.
Copiado de Un país hecho de títulos y portadas.
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