“Un reconocido Profesor de Economía de una Universidad relató que él nunca había desaprobado a ninguno de sus estudiantes, pero que en una ocasión tuvo que desaprobar a la clase
entera. Cuenta que en esa clase los alumnos insistían en que “el
Socialismo funciona”, que en ese sistema no existen ni pobres ni
ricos, sino que todos alcanzan una feliz igualdad.
Entonces el Profesor les propuso a lso alumnos realizar un
experimento sobre “El Socialismo”. Las notas que obtuvieran los miembros de la clase serían
promediadas, a fin de que todos los estudiantes recibieran una misma
calificación, o sea, sería una clase “socialista”. Todos
aceptaron. De esta forma, para
el primer examen, algunos estudiantes estudiaron
mucho, otros estudiaron más o menos, y otros no estudiaron casi nada. La nota prome promedio de la clase fue 7,8 sobre 10.
Los estudiantes
que se habían preparado muy bien, quedaron muy disconformes mientras que
los que estudiaron poco o nada, estaban felices.
Cuando presentaron el segundo examen, los estudiantes que
anteriormente habían estudiado mucho, decidieron no esforzarse tanto, ya
que su nota sería promediada. Aquellos que habían estudiado poco lo
hicieron menos aún, porque confiaban en que otros se
esforzarían para subir el promedio. Pero el promedio en este segundo
examen fue 6,5 puntos! Nuevamente, los que estudiaron algo estaban algo
molestos, y los que no hicieron nada estaban medianamente satisfechos.
Finalmente, en el último examen del año, el promedio de toda la
clase fue 3. Todos desaprobados. Pero todos eran iguales y
repitieron el año sin excepción alguna. Ninguno de los estudiantes
estaba realmente feliz…
El profesor les preguntó si ahora entendían lo
que significaba “SOCIALISMO”.
La razón del gran fracaso del socialismo en el mundo es simple: los que no hacen se benefician de los que hacen. No hay
incentivos para los que se esfuerzan, y hay premios para los que eluden
labor y responsabilidades. No se recompensa la excelencia, pues nunca se llega a ella ya que la mayoría empuja hacia abajo.
El que trabaja debe pagar sus cuentas, pero al que no trabaja, se
las paga el gobierno. Con los recursos aportados por el que trabaja.Es la garantía del fracaso. Todos iguales, pero allá abajo,
semisumergidos en el pantano de la mediocridad…Tan espeso que nadie se
hunde del todo, pero tan denso y pegajoso que a nadie permite llegar a
la orilla y salir…”
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