La opción frente a Cristina es sencilla: puede terminar su gestión en medio de una batalla épica, luchando con valentía contra las huestes neoliberales como corresponde a la protagonista de un relato glorioso que tendrá un sitio en la historia universal, o puede batirse en retirada antes de que sea demasiado tarde, atribuyendo la maniobra a que las circunstancias se hayan modificado. Como Kiciloff podría recordarle, en una ocasión Lord Keynes demolió a un crítico que lo acusaba de incoherencia diciéndole: “Cuando los hechos cambian, cambio de opinión. ¿Qué hace usted, señor?”. Pues bien, parecería que a Cristina le gusta más la primera alternativa, la de huir hacia delante “profundizando el modelo” por suponer que una derrota honrosa que dejara arruinados a millones de personas sería mejor que un repliegue humillante. Asimismo, sabe que una buena crisis podría servir para que la gestión de su eventual sucesor sea un fracaso rotundo.
En La guerra de las imágenes, de James Nielson.
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