"Vos dirás que en estas siete décadas pasaron distintos tipos de gobiernos, pero lamento estar en desacuerdo. Desde que en 1946 el peronismo se adueñó del país, o está gobernando, o lo alquila por períodos de tiempo cortos para que otros intenten hacer algo mientras ellos se reorganizan.
Si no, hagamos un repaso. Aramburu fue un peronista de facto. Frondizi un peronista desarrollista. Illia un peronista culposo. Onganía un peronista bombardero. Lanusse un peronista bisagra. Cámpora un peronista testimonial. Isabelita una peronista dactilógrafa. Videla, Massera y Agosti, peronistas torturadores. Galtieri un peronista on the rocks. Alfonsín, un peronista demócrata. Carlos Saúl un peronista privatizador. De la Rúa, medio peronista. Los cinco presidentes que tuvimos en una semana fueron peronistas express. Duhalde, un peronista bombero. Néstor Kirchner, un peronista obsesivo y controlador, hasta que llegamos a Cristina, la más peronista de todas: le faltó dividir a la Tita y la Rodhesia y listo.
De ahí que Mauricio Macri esté ante una posibilidad histórica. La de ser otra versión más de los peronistas que gobernaron este país durante estos largos, tortuosos, cansadores 70 años o asumir que en lugar de inquilino puede ser dueño de su propio destino y, a partir de ahí, ayudar a cambiar el nuestro. Lo que puso en marcha hasta ahora es una versión inédita llamada Perdonismo: un mix compuesto por alguien duro que toma decisiones valientes destinadas a encauzar el país, con otro que tiene un extraño cargo de conciencia que lo obliga a dar marcha atrás y pedir perdón. ¿Perdón de qué? ¿Perdón a quién? ¿A Roberto Baradel, el peronista preceptor? ¿A Luis D'elia, el peronista iraní? ¿A Amado Boudou, el peronista imprentero? ¿A Hebe, la peronista constructora? ¿A José Ottavis, el peronista de calle Corrientes?"
Lo que tiene a su favor Mauricio no es su padre, sino la tecnología. Ya que en la era de las redes sociales es mucho más difícil mentir. O sea, ser peronista. Si un funcionario deja bolsos con 9 millones de dólares en la puerta de un monasterio en General Rodríguez, a los pocos minutos se transforma en el video del año en todos los grupos de Whatsapp. Incluso, en el de los impresentables de siempre que se ríen a carcajadas como si ellos hubieran vivido en Suiza durante la década pasada.
Si este Gobierno deja de dar marcha atrás y pone un cambio, el país tiene la oportunidad de conectarse con un mundo que va a 300 kms por hora, lo que hará imparable el progreso. Si no, caeremos en el peronista de Club House, el ambicioso Sergio Massa. El inquieto, el que marea, el que entorpece, porque se sabe de memoria su libreto: se cree peronista, transpira peronismo, tiene sonrisa peronista, mujer peronista, suegro peronista y, como buen peronista, disfruta diciendo lo que la gente quiere escuchar. Es capaz de visitar el muro de los lamentos con una kipá y, al instante, cruzar la Franja de Gaza para tomar un expresso doble en un Starbucks de Palestina.
¿De qué vale esperar al Mesías si la salvación depende de nosotros mismos? Las elecciones de este año van a definir si estamos para pasar al siguiente nivel o no. ¿Perdón? Lo que leíste.
Perdonismo, la extraña ideología de Mauricio Macri, de Rodrigo Figueroa Reyes.