martes, mayo 28, 2013

1933

Hace 80 años el mundo fue testigo, silencioso y tolerante, de la gradual desaparición de una república y, en pocos meses, de la instalación de una dictadura con el apoyo entusiasta de la población y sus fuerzas vivas. La República de Weimar fue reemplazada por un régimen totalitario que concentró en una persona los tres poderes del Estado, eliminó los derechos individuales, controló la justicia, suprimió la prensa independiente y, finalmente, ejecutó el terrible Holocausto.

Salvando enormes distancias, hay ciertos paralelismos entre aquella realidad y la actualidad argentina que nos obligan a mantenernos alerta.

El 30 de enero de 1933, Adolf Hitler asumió como canciller de Alemania, luego de obtener sólo el 33 por ciento de los votos en las elecciones parlamentarias de 1932. El anciano presidente, mariscal Paul von Hindenburg, influenciado por banqueros, industriales, empresarios y terratenientes, creyó que, de esa forma, podría neutralizar al creciente partido nazi. También él pecó de ingenuidad, y Hitler puso en práctica un plan que, en poco tiempo, culminó con la suma del poder público.
1933 en La Nación.

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