A la larga somos optimistas. Siempre la libertad termina por imponerse. Pero en el horizonte cercano vislumbramos serios problemas, cuando el PBI importa más que el Estado de Derecho y la ética pública, y el hombre de esta época deja de ser un ciudadano consciente de sus derechos y obligaciones para transformarse en un consumidor voraz, un contribuyente tramposo y un indiferente cívico.
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